
Si alguien pensaba que el verano gijonés no podía subir más de temperatura, es porque no estuvo anoche en el Parque de los Hermanos Castro. Juan Luis Guerra llegó con su 4.40 y convirtió Gijón Life en una auténtica pista de baile al aire libre, donde las bachatas y merengues hicieron olvidar los nubarrones que finalmente le dieron tregua al concierto.
La cosa empezó con un poco de tensión: el concierto, previsto para las diez, arrancó con quince minutos de retraso. Miles de fans, muchos ondeando banderas de República Dominicana y otros países latinoamericanos, coreaban su nombre mientras esperaban al maestro del Caribe. Y cuando por fin apareció, el recibimiento fue ensordecedor.

Abrió con Rosalía y, de ahí, directo a Travesía. Pero justo cuando el público ya estaba entregado, ¡zas! El sonido dijo “hasta aquí”. Un parón inesperado que dejó el escenario en silencio durante unos minutos. Nada que no se solucionara rápido. Entre risas, aplausos y mucho “¡Juan Luis, Juan Luis!”, la espera se convirtió en un calentamiento improvisado antes de que la fiesta retomara con fuerza.
Desde entonces, no hubo quien frenara el ritmo. Desde las avispas, Bachata rosa, Visa para un sueño y hasta La bilirrubina, sin olvidar otros clásicos como Ojalá que llueva café, Burbujas de amor…uno tras otro, sonaron con la misma frescura que hace décadas. Y, como no podía faltar, también cayeron temas más recientes como Mambo 23 o DJ Bachata, que pusieron a bailar incluso a los más tímidos.
A sus 68 años, Juan Luis Guerra sigue siendo pura energía. No paró un segundo, bromeó, bailó y transmitió esa alegría y calidez que hace que cada uno de sus conciertos se sienta como una gran reunión de amigos. Cuando todo terminó, pasada la medianoche, la sensación era unánime: otra noche para el recuerdo en el verano de Gijón.
Las avalanchas de gente inundaron el paseo del Doctor Fleming según terminó el concierto.
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