
Este mediodía se revelaba en el Skatepark de Cimadevilla la placa que dará nombre al parque con la asistencia de la Alcaldesa, Carmen Moriyón, el concejal de Deportes y Educación, Jorge Pañeda, y una amplia representación del Ayuntamiento de Gijón
El skatepark será, desde hoy, un homenaje a Ignacio Echeverría, «el héroe del monopatín», que salvó la vida de 4 personas en los atentados terroristas de Londres en 2017. Su padre, Javier, fue el encargado de destapar la placa que ya da nombre al parque.
Lo que debía ser un acto de homenaje cargado de simbolismo y respeto acabó eclipsado por la protesta de una decena de personas que, con gritos y abucheos ante la representación política, obligaron a suspender la ceremonia oficial en la que se iba a dar el nombre de Ignacio Echeverría a la pista de patinaje de Cimavilla, en Gijón con gritos sobre el mantenimiento y pancartas con mensajes como “Renombrar sin reparar no es honrar”
Los manifestantes, vinculados al colectivo de usuarios del ‘skatepark’, reclamaban mejoras en las instalaciones y aprovecharon la convocatoria para expresar su malestar.
Su actitud tensó rápidamente el ambiente, obligando a intervenir a varias patrullas de la Policía Local y Nacional, así como al equipo de escoltas de la alcaldesa, ante el cariz que tomaba la situación.
Pese a la tensión, el padre de Ignacio Echeverría, Joaquín Echeverría, tomó brevemente la palabra para agradecer el gesto de la ciudad al dedicar la pista a su hijo. “Era un hombre que se preocupó por los demás y que arriesgó su vida para salvar la de otras personas, enfrentándose a los terroristas”, expresó con serenidad. Sus palabras fueron recibidas con aplausos, incluso por parte de los manifestantes, que sin embargo retomaron sus proclamas contra la alcaldesa y los concejales tras su intervención.
Muchos vecinos presentes no ocultaron su indignación por la forma en que se desarrollaron los acontecimientos. “No era el momento ni el lugar. Están en su derecho de protestar, pero hoy era un día para recordar a alguien que dio su vida por los demás. Esa familia merecía un mínimo de empatía”, lamentaba una residente del barrio, visiblemente afectada por lo vivido.
Joaquín Echeverría abandonó el lugar poco después, en un viaje relámpago a Gijón que finalizó con un sabor amargo. Regresó a Madrid para acompañar a su esposa, que se encuentra enferma. Muchos de los asistentes coincidieron en calificar lo ocurrido como “bochornoso” y lamentaron que un acto de homenaje quedara empañado por una protesta que, según varios testigos, podría haberse canalizado en otro momento.